Hace años recuerdo el título de una película que me llamó la
atención, pues por aquél entonces no tenía experiencia en la materia: “¿Por qué
lo llaman amor cuando quieren decir sexo?”
Con mi experiencia actual, podría escribir el guión de una
película llamada: “¿Por qué lo llaman amistad cuando quieren decir amor?”
Me llama poderosamente la atención todo el esfuerzo que
dedican algunas personas a perder su tiempo, y el de los demás. Primero no saben
lo que buscan, o camuflan su búsqueda de forma absurda ante los demás. Después
exigen cosas que son incapaces de ofrecer y, para colmo, cuando no reciben toda la atención mientras se
dedican a diversificar su tiempo en varias opciones para elegir la mejor… ¡se
enfadan!
El mundo se ha vuelto loco. Quizás es el precio a pagar en
esta transición de siglos, un problema que no tenían nuestros padres ni tampoco
tendrán nuestros hijos, pero sí las personas de mi generación. No es fácil
encontrar un equilibrio entre las costumbres del siglo pasado y las de éste,
pues de pronto encuentras a una persona que disfruta de una agradable
conversación y un café, como se molesta contigo si no eres capaz de seguir su
ritmo virtual en un mundo digital lleno de oportunidades, y de obsesiones.
Antes uno se preguntaba si era amor o sexo y ahora nos
preguntamos si es amistad o amor. Tal vez, entre tantas dudas, lo único
verdadero que nos queda de todas esas relaciones sea el sexo.
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