Siempre me he considerado un tipo fiel pero estaba equivocado.
Me he dado cuenta que he sido fiel a todo el mundo menos a mí mismo, y ahora
entiendo la importancia de un error que a buen seguro seguiré cometiendo en el
futuro. Sí, porque este tipo de cosas acostumbran a repetirse queramos nosotros
o no.
Me cansé de la rutina y decidí inventar otra, pero no he
sido fiel a mí mismo y estoy planeando retomar mi rutina anterior, aquella de
la que me aburrí y que ya no me aportaba nada nuevo. Es irónico, pero cuando la
rutina nos agobia buscamos una rutina nueva con la que soslayar el problema antes
de aburrirnos de nuevo, en lugar de buscar en nosotros la causa subyacente del
aburrimiento y poner fin a este macabro juego genético.
Ayer por la tarde me llamó un teleoperador y no me dejó
hablar. Me dijo que no pretendía venderme nada, que el motivo de la llamada era
porque su empresa –dedicada al reciclaje social- había detectado en su base de
datos que mi número telefónico contenía un alto índice de toxicidad. Primero no
le tomé en serio, pero a medida que argumentaba su afirmación no solo le di la
razón sino que me asusté ante el peligro emocional que entrañaba dicha
situación. En ese instante estaba vulnerable; era su oportunidad para vender su
producto con tal de remediar mi problema y propuesta fue: ‘Aquí tienes la
solución, es gratis’.
Entonces me desperté. Fui consciente de lo que sucedió
cuando encontré la respuesta a las preguntas que me hice. Si nosotros no somos
capaces de regalar ni siquiera nuestro tiempo, ¿por qué va a regalárnoslo
cualquier desconocido? ¿Acaso alguien es tan bueno para dar buenos consejos y
aplicárselos también a sí mismo?
Durante el sueño, mi subconsciente -que me conoce con total
profundidad- me llevó a la raíz del problema y me ofreció la solución. Desconozco
el material del que están hechos los sueños, pero en esta ocasión no me queda
más remedio que ser fiel a mí mismo, aunque sea por una vez, para entender que
siempre se puede vivir mejor que ayer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario